ES UNA ENFERMEDAD GRAVE HAY QUE HACER TRATAMIENTO
La leucemia es un grupo de enfermedades de tipo cancerígeno que afecta a la sangre. Se manifiesta cuando las células madres que se originan en la médula ósea, y que deben convertirse en glóbulos blancos, se distorsionan y se transforman en células cancerígenas que destruyen y reemplazan a las normales hasta la invadir toda la médula. Además se vuelcan en el torrente sanguíneo y llegan al hígado, al bazo, a los ganglios linfáticos, al cerebro, a los riñones y a los órganos reproductores donde continúan creciendo y multiplicándose. Existen varios tipos de leucemia –mieloide y linfática – y pueden ser agudas o crónicas. La leucemia linfática aguda es la más frecuente en niños.
No se conocen las causas que la provocan, pero se cree que hay factores que predisponen a la persona a contraerla, como antecedentes familiares, algunos productos químicos, la radioactividad, la exposición a rayos X antes de nacer, o los virus cancerígenos. Sin tratamiento, conduce a la muerte.
Síntomas
• Sudores nocturnos.
• Debilidad progresiva.
• Fatiga.
• Palidez.
• Anemia.
• Fiebre.
• Infección.
• Hematomas.
• Hemorragias (sangrado de nariz o encías).
• Dolor de cabeza (si las células leucémicas se encuentran en el cerebro).
• Dolor óseo o articular.
• Protuberancias indoloras debajo de las axilas, el cuello, el estómago o la ingle.
Agrandamiento del bazo y aparición de pequeñas marcas rojas en la piel llamadas petequia (en el caso de la leucemia mieloide).
La leucemia mieloide crónica puede ser asintomática en sus fases iniciales.
Tratamiento
Como primera medida, el médico exigirá un análisis de sangre para analizar la presencia de células cancerígenas y hacer un conteo de glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas. Además pedirá una biopsia de médula ósea para averiguar qué tipo de leucemia padece y efectuará pruebas adicionales para determinar si el cáncer se ha propagado a otras partes del cuerpo.
Una vez confirmado el diagnóstico, el paciente deberá ser tratado por un grupo interdisciplinario de médicos encabezado por un oncólogo pediatra.
El tratamiento para curar la leucemia se divide en tres fases. La primera es la que busca destruir las células leucémicas en la sangre y la médula ósea y remitir la enfermedad. La segunda es de consolidación e intenta atrasar las células cancerígenas restantes que todavía no estén activas, pero que pueden conducir a una recaída. La tercera fase es de mantenimiento.
El tratamiento estándar suele estar encabezado por sesiones de quimioterapia para controlar la enfermedad. Es probable que lo acompañe con antibióticos para prevenir la aparición de infecciones y transfusiones sanguíneas para elevar los niveles de glóbulos rojos y de plaquetas. En algunos casos, los especialistas pueden requerir la hospitalización del paciente para tenerlo mejor controlado.
Si las células leucémicas han alcanzado algún órgano – como, por ejemplo, el cerebro – el médico determinará qué tipo de terapia localizada (generalmente drogas y rayos X de alta energía) es necesaria para destruir loas células cancerígenas.
El tratamiento puede durar de dos a tres años. Si las células leucémicas reaparecen al cabo de un tiempo, el paciente necesitará comenzar nuevamente y deberá tener un estricto control médico ya que es grave.
En los enfermos que no han respondido al tratamiento con quimioterapia y rayos, el transplante de médula ósea puede ser la única salida para recuperarse. Este procedimiento sólo puede llevarse a cabo con tejidos compatibles con la persona enferma. Generalmente esa compatibilidad se registra en los miembros de la misma familia.
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